<body>
pinta estrellas
paiting stars
Pisando nubes;

domingo, 16 de mayo de 2010,5/16/2010




Apreciar nuevamente el viento acariciándome la piel me hizo sonreír por inercia, los recuerdos de los años que habíamos vivido aquí se me agolparon en la retina. Cerré los ojos y disfruté de todos aquellos trozos de vida a los cuales me sentía todavía muy apegada. Olisqueé el aroma a tierra mojada, césped y duraznos maduros y me llené los pulmones con aquella fragancia que tenía un nombre especial.
Me sentía plena, como si repentinamente hubiera encontrado algo que necesitaba hace ya mucho tiempo, era una especie de alivio combinado con una felicidad enorme.
Abrí los brazos y me deleité al sentir como todo mi cuerpo recibía la corriente de aire, era como si volara, pero a base de unas alas hechas por mis sensaciones y remembranzas.
—¡Mierda!
Automáticamente al escuchar el grito abrí los ojos sorpresivamente y retrocedí.
Esperaba que algún animal se hubiera salido de la granja, pero en vez de ello contemplé como algo enorme caía del árbol y se estampaba contra el piso, haciendo un ruido sordo.
—Otra vez —masculló una voz que se notaba adolorida.
Intentando aguantarme las ganas de reír me deslicé hasta quedar a las espaldas del sujeto en cuestión, quien se quejaba entre dientes, maldiciendo desde el árbol hasta el propio destino, lo que me causó más gracia aún y no pude resistirme a soltar unas carcajadas.
El chico se dio la vuelta rojo de vergüenza, y eso sólo hizo que no pudiera controlarme y comenzara a reír de forma estruendosa.
—¡Oye, haz silencio! —me ordenó.
No le obedecí, pero al levantar el rostro para observarlo mejor me di cuenta de algo que me dejó muda en ese mismo instante.
Él se percató de mi abrupta pausa y me puso más atención.
—Tú… —susurró despacio, colocándose una mano en el mentón y mirándome meditabundo.
Apenas lo podía creer ¿estaría en un error? No lo creía, estaba segura que era él.
—Ya veo —sonreí socarronamente, y me agaché hasta su altura—, ¿aún no aprendes a bajar bien de los árboles?
Él dio un respingo al escucharme, se notaba que aún no daba en quien era, por lo que opté por continuar aprovechándome de tal ventaja y sacarle así un par de secretos al sol, para que se diera por fin cuenta de mi identidad.
—¿Al final conseguiste al menos dirigirle la palabra a Alison? —le pregunté, pero bufé de inmediato— Que tonta pregunta, es obvio que no fue así, sino no estarías así de desastroso por la vida.
—¡E-Eli!
—Claro —le saqué la lengua—, a menos de que alguien más supiese que a tus quince años estabas perdidamente enamorado de Alison McKee.
—¿Po-podrías dejar de decirlo? —me tapó la boca, con su acostumbrada brutalidad— ¡te puede oír!
Alcé una ceja, negué con la cabeza y me liberé con facilidad.
—Sigues igual de tonto, querido Iv.
Él se colocó de pie mirándome enfadado, luego de dio la vuelta y se puso la capucha de su chaqueta, intentando esconderse lo más posible de mí.
Suspiré agotada y también me incorporé.
Seguía siendo el mismo de siempre, pensé que luego de todo el tiempo de ausencia cambiaría un poco, después de todo fueron ¿cinco años? Sí, unos largos cinco años lejos de mi verdadero hogar.
—Continuas siendo el mismo niño inmaduro de antes, Iván —me carcajeé—, el tiempo no pasa por ti, pero no en el buen sentido.
Me coloqué las manos en los bolsillos del vestido, mientras lo observaba sonriente. Adoraba molestarlo, desde pequeños siempre había sido así, el tímido y vergonzoso de Iv siendo perseguido por el mini monstruo que era yo, conflictiva y peleadora, hasta hoy en día.
Cada vez me sentía más en casa, pensé por unos instantes en el avión que quizás todo había cambiado, no sólo físicamente, sino que habrían perdido aquella esencia que los hacía ellos. Agradecía inmensamente que no fuese así.
Cerré los ojos y bajé un poco la cabeza mientras volvía a plantar mis raíces. No iba a volver a marcharme, a duras penas soporté todo este tiempo sin ver a mi familia y amigos, ya sabía lo que sentía estar sola en una cultura completamente distinta a la que uno pertenece, los rostros diferentes, distantes y fríos, las palabras que a veces se malentendían o simplemente me eran ilegibles, los sentimientos de los demás, demasiado internados en sus propias consciencias.
Pero aquí no era así, todos, no sólo mi amigo, eran tan expresivos, tan vivos que me hacían sentir como en un paraíso desconocido por todos los chicos con los cuales compartí clases estos cinco años.
Fue un gran cambio, pero por ahora podía descansar de lo desconocido.
—Yo no estaría tan seguro, Elizabeth.
La cercanía de su voz me hizo separar los párpados de sopetón. Di un respingo al notar que estábamos frente a frente y su aliento me acariciaba la piel al hablar, haciéndome cosquillas. Observé sus ojos negros consternada, sin saber qué hacer; mi corazón comenzó a agitarse y las manos a sudarme, pero un momento… ¿por él? Fruncí el ceño, confusa por mí actuar.
—¿Qué intentas? —le inquirí incómoda, tratando de alejarlo un poco de mí con una mano.
—¿Qué pasa, nerviosa? —sonrió fanfarrón.
Suficiente, esto comenzaba a asustarme, ¿qué había pasado con el Iván que conocía? Este definitivamente no era.
—Sorpresa —me susurró al oído con lentitud y luego me mordió suavemente el lóbulo, lo que me causó un escalofrío.
Quise retroceder, pero antes de que pudiese hacerlo él ya tenía una mano en mi nuca y espalda, deteniéndome en el acto. Le miré sin pestañear, con la incertidumbre y confusión obligándome a estar atenta a todos sus movimientos.
—Así no te volverás a ir —murmuró y con rapidez, pero sutileza, depositó sus labios en los míos, callando mi replica a su actuar, matando la poca esencia del Iván que recordaba… o quizás dejándome ver como había sido siempre y yo nunca fui capaz de vislumbrar. En fin, de todas maneras ya estaba acostumbrada a los cambios.

Etiquetas: ,


0 comentario(s) / agrega un comentario.

◄◄ Home ►►

favicon by: KawaiiBox ★ layout made by:LostTears-


Un ladito del ciber espacio para bonita literatura y otra no tan bonita pero hecha con cariño y esfuerzo.


“What’s more, you’re loads better
than you think you are.”